domingo, 14 de agosto de 2011

ojo de pescado
.
Apenas tres milímetros abajo del prepucio, Mr. Abbaon se descubre un rosetón lila, un pincelazo sucio. Se repliega, encorvado, y checa la evolución del signo que apareció hace días. Lo alimentan centenares de filoncillos concéntricos. No duele, ni crece; tampoco se diluye.
.
Ante la excitación, Mr. Abbaon se maravilla por la silenciosa autoridad con que el chancro anticipa el sexo. La amplitud de sus caudales, la lógica sanguínea de su posición. Quizá la mujer lo confunda con una de tantas sombras y uno de tantos pliegues. El pez toma cuerpo, apunta, despliega la horrenda boca y de su tallo eclosiona el pene.
.
Ya vuelan los gansos.
.
Bienvenido al blog.
.
. . . . .
.
Comentarios a:
.